El bulgaro es un idioma

Ya lo dice el chiste

22.12.08

Donde el cielo siempre esta nublado

El estado en el que me he despertado hoy se puede definir con una sola palabra : Garrafón, y tal vez añadir "del malo".
Cumpliendo el navideño deber de reunirme con distintos grupos para celebrar  la llegada de las vacaciones y saliendo en fotos, que me dará vergüenza mirar en pocos días. Poco puedo aportar sobre un tema en el que se ha hablado tanto y se han publicado tantas fotos comprometedoras.

Me llaman la atención en estos casos los repentinos arranques de sinceridad , (de los que a veces cuesta escaparse), arropados por el "In vino veritas" y que a veces degeneran en la crítica, más o menos rencorosa, que se esconde tras la cruzada épica contra la mezquindaz, abanderada por el grito de guerra "Yo es que estas cosas no me las puedo callar".
Difícil es sustraerse a tan apasionado discurso, cuando en Andalucia, en los bares, el volumen de voz se puede elevar hasta límites insospechados. (Lo que me recuerda que sería interesante ver que proporción de cantantes líricos provienen de estar tierras, porque hay cantera).
Aún así es una oportunidad de echar unas risas y a veces entablar conversaciones no incriminatorias.

Afortunadamente para mi recuperación de tantas emociones, en varias horas empezarán mis vacaciones de navidad en el hogar, si nada lo impide y con ello estoy mirando amenazadoramente a los pilotos de Iberia y como el resto de las vacaciones se pasarán en un abrir y cerrar de ojos. Como está mandado.
¡Felices fiestas y próspero año nuevo!

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11.12.08

Dulces comienzos

Sigo en Sevilla, de momento viviendo al otro lado de la ciudad, para reducir el tiempo de tránsito al curro, ahora que trabajo en agrestes territorios.
La mudanzas son todo un tostonazo que provoca que tenga agujetas por un par de días, lo que no me ha impedido mudarme unas cuatro veces desde lo que estoy aquí. Estos pensamientos rondaban por mi mente el día que desembalé mis cosas por cuarta vez y comencé a plantearme una quinta mudanza.
 Los comienzos en una nueva ciudad nunca han sido fáciles, como demuestra una de las primeras entradas de este blog (ese hotel de las luces) y mi primera llegada a Madrid, que tampoco se quedo corta en cuanto  espeluznamientos varios pero fue menos graciosa, por lo que salvo terapia,  es bastante improbable que lo cuente por aquí.
Mi llegada a Sevilla, tampoco presagiaba ser mejor.  Mis primeros días los pase en un lugar al que di en llamar  "Villa container", que pese a contar con más comodidades de las que promete el apodo, no contaba con un sitio donde dejar comida en la habitación.
Para algunas madres,  todos los sitios lejos de casa se presentan como páramos en los que difícilmente el cachorro podrá encontrar alimento,  por lo que los viajes con las maletas llenas de los bienes básicos resultan ser a veces inevitables.
 Inevitablemente, el hecho de portar conmigo algún comestible, atrajo la presencia de la marabunta y afortunadamente no aparecieron una gafas llenas de hormigas y todo el mundo salió ileso ( al menos físicamente).
Veremos que consecuencias traen los nuevos cambios, pero tal como dice el filósofo "Nunca te bañarás dos veces en el mismo rio"


 

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