El bulgaro es un idioma

Ya lo dice el chiste

12.5.08

Cuento de primavera

Cuenta la historia que una pequeña cantabrita emigró a una ciudad situada más cerca del sur que del norte.
En dicha ciudad, pese a haber comenzado la primavera hacia apenas unos días, el sol lucía con apenas compañía en el cielo.
La valiente cantabrita decidió que para salir a jugar en esta nueva ciudad, los pantalones cortos serían mucho más cómodos. Así, se puso unas botas de baloncesto y se pasó el día entretenida.
Cual sería su sorpresa a la vuelta, en la que se dio cuenta que  se había quemado el lado de las piernas más expuesto al sol y que el solo roce de la ropa le producía dolor.
Dado que le molestaba sobremanera, decidió acercarse a una farmacia para comprar un remedio. El simpático farmaceutico, le recomendó una crema, con la que el dolor desaparecería en un santiamén si se lo aplicaba el suficiente número de veces.
Convencida por estas razones, la pequeña cantabrita compró el poderoso ungüento y se encaminó muy contenta hacia su alojamiento.
Tras extenderse la crema varias veces por la zona dolorida de su piernas, noto algo muy extraño. ¡El remedio oscurecia la ropa que tocaba!. Atónita, leyó las instrucciones dándose cuenta, que a sus muchas propiedades el remedio añadía una nueva, el ser autobronceador!.
Apesadumbrada, procedió a tratar de remediar el entuerto.
Moraleja:
Siempre hay que leer las instrucciones y no fiarse de aviesos farmaceuticos.



Por cierto, ¿alguien sabe como se quita el autobronceador?

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1 Comments:

At 10:15 a. m., Anonymous Anónimo said...

La ultima frase podria ser la moraleja:
"El escuchar a farmaceuticos no exime de leer las instrucciones"

 

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